Lo vio en sus ojos, no en su voz. Un destello fugaz arrancado por las teas de fuego incandescente. Porque corrían.
- ¡No puedo más! – Alea tropezó y tuvo que apoyarse en la pared para no caer. Resoplaba.
Azhar se detuvo unos pasos más allá. Respiraba con normalidad.
- ¡Nos alcanzarán! ¡No podemos detenernos ahora! La vida de Eón depende de nosotros…
Un leve pestañeo. Un destello fugaz arrancado sin piedad. Doloroso. Miserable.
- No… - leves susurros escapaban de sus labios - no… vamos en la dirección equivocada… huimos… no puede ser… mentías… mientes.
De espaldas a ella, el hombre bajó la cabeza. Dolido.
- No. Dije la verdad. Si volvemos nos atraparán. Lo sabes. No hay posibilidad de llegar hasta él sin ponernos en peligro y si… – la voz rebelaba que a él, más que a nadie, le costaba desprenderse de esos pensamientos – nos cogen, estamos todos muertos.
Medio girado, ambos se miraron.
Azhar pudo ver, con tristeza, como Alea se daba la vuelta y avanzaba a trompicones de vuelta al infierno. Después de unos segundos, Azhar continúo hacia delante.
Aunque le doliera.
Lo admitió: había varias formas de mentir, una de ellas, era no decir toda la verdad.
.....
No hagas caso de lo que digan, tú sabes, mejor que nadie, como eres.
esa canción!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
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