21 de marzo de 2010

Voluntad de hielo.


- Señor… qué hacemos – el soldado, por primera vez en su vida, estaba asustado de verdad. Y no era una sensación agradable. – no… no se detiene… señor... ¿señor? – se dio la vuelta.

El cadáver de quien hace unos segundos era su comandante yacía en el suelo. Una flecha le atravesaba la garganta.

Giró la cabeza hacia la izquierda entonces. Sin un pestañeo. Hacía tiempo que había perdido la sensibilidad para ese tipo de cosas… hacía tiempo que había dejado de ser humano.

- Señor, no se detiene… ¿qué hacemos? – un compañero le hablaba ahora. En unos segundos la situación había cambiado. Ahora no haría preguntas, ahora las respondería.

- ¡Otra andanada de flechas muchachos! – trató de dar serenidad a su voz temblorosa – si él no se detiene… ¡nosotros tampoco!

Gritos de excitación. Gritos de locura, de miedo. Porque aquel ser no se detenía. Tenía apariencia de hombre, salvo porque su cuerpo estaba totalmente vendado. Solo sus ojos, esquirlas de hielo, mostraban algún halito de vida.

Apariencia de hombre… salvo porque decenas de flechas le atravesaban el cuerpo. Y seguía andando, hacia ellos.

Lo más raro… es que no había matado a nadie. No había hecho nada. Simplemente caminaba. ¿Y por qué le disparaban entonces?, pensaba Ethan, el soldado-señor.

Comprendió que eran órdenes… hasta hace unos segundos. Ahora las órdenes las daba él.

- ¡Deteneos muchachos!, ¡Que cesen los disparos! ¡Ni una flecha más!

Todos se detuvieron en el acto. Murmullos de extrañeza sustituyeron al vibrar de los arcos.

El hombre vendado de las esquirlas de hielo llegó, pasó entre ellos, y siguió su camino.

Todos le miraron mientras se alejaban. No daban crédito a sus ojos. ¿Qué acababa de suceder?

Ethan no era como los demás. Y por eso no se quedó mirando. Carcaj a la espalda y espada al cinto nombró a un sustituto… y fue tras él.

Nunca habrían podido detener a aquel ser de esquirlas de hielo… porque no era una persona… era una voluntad.

Y entre las cosas que pueden derribar una voluntad… no estaban las flechas.


1 comentario:

El reflejo de tu alma...