8 de enero de 2012

Ángelo.

- Venga idiota, dispara y muéstrame si por fin has aprendido algo.
El aire se mantenía estático en el pequeño patio del palacio, recalentado por el sol, ni la más ligera brisa le producía algún consuelo. Tragándose con amargura una respuesta cortante que le acarrearía problemas, Ángelo colocó otra flecha en el arco y simuló que vacilaba a la hora de disparar.
- Vamos chico, no tengo todo el día. – el maestre arquero le dio un pequeño empujón mientras exhalaba el humo de una pipa de madera con incrustaciones de marfil. Una pipa que no le pertenecía.
«Mi pipa.» Pensó Ángelo con resentimiento. Se la había quitado nada más verle por primera vez. Según él, la había robado. El muchacho no habría tenido ningún problema en separarle la cabeza de los hombros ante tal acusación, pero el deber se lo impedía.
Llevando el brazo derecho hacia atrás, liberó la saeta, que fue a clavarse en la diana, a treinta pasos de distancia pero lejos del centro.
- Algo es algo. Prueba otra vez, y levanta más el brazo izquierdo, ni que estuvieras tullido.
El hombre, calvo y con una prominente barriga, le rodeó con sus brazos gordos como troncos y le marcó la posición adecuada. Cuando se alejó para volver a la sombra de un torreón no le pasó desapercibido como le rozaba el hombro, cerca del cuello.
Con un escalofrío trató de serenarse. No matar a aquel imbécil le estaba resultando más difícil de lo que esperaba. Cerró los ojos un momento y al abrirlos, un movimiento rápido llamó su atención.
En una rama próxima a la diana, una pequeña ardilla devoraba con ansia su bellota. Ángelo sonrió. Era capaz de atravesarla sin ningún problema. Era capaz de atravesar por el centro a la mismísima bellota. Pero quedaría en evidencia… se suponía que el hijo de un estúpido minero no sabía utilizar un arco. Se suponía que debía interpretar su papel… no obstante, las ganas de darle a aquel hombre una lección le pudieron. No volvería a tocarle si le demostraba de lo que era capaz.
Girando la cabeza a la vez que disparaba, clavó sus pupilas en el rostro del hombre que le hurtara la pipa, comprobó como palidecía al ver caer al animal entre una salpicadura de sangre.
Cuando le devolvió la mirada vio que había captado el mensaje demasiado bien, vio… que acababa de cometer un gran error. Las dificultades para Ángelo no habían hecho más que comenzar. 

2 comentarios:

  1. Hay tipos que además de rudos son listos, y eso es lo que girará esta vez la hustoria de Ángelo. En cuanto a tu pregunta de la última entada del año pasado... Sí he actualizado, pero ná... Un relatín de andar por casa xDD

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  2. Sublime, al igual que Angelo. Echaba de menos leerte Marco. (;

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