Igual que una gota en el vasto mar, cada uno de nosotros causa pequeñas olas en el transcurso de su vida. Los efectos de nuestros actos, por insignificantes que puedan parecer, se difunden másallá de nosotros. Tal vez no lleguemos a saber nunca que efecto trascendente puede tener el acto más sencillo en los demás mortales. Así, en todo momento debemos ser conscientes de nuestro lugar en el océano, de nuestro lugar en el mundo, de nuestro lugar entre los pueblos. Pues, si unimos las fuerzas en número suficiente, podemos impulsar la marea de los acontecimientos... Para bien o para mal.
11 de marzo de 2010
Creo que si miramos siempre al cielo acabaremos por tener alas.
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El reflejo de tu alma...