18 de marzo de 2010

Eres un idiota.


- ¡Eres un idiota!

La luna llenaba de luz el pequeño claro. Una sonata de gritos columpiaba las hojas en las ramas de los arboles.

- ¡Estoy harta! ¡De ti! ¡De todo! ¡Maldita sea! – Las lagrimas la hacían escocer los arañazos de las mejillas – ¡te marchaste! ¡Te necesitábamos! ¡Te necesité! Y tú… simplemente… te fuiste… - su voz decreció hasta convertirse en un mudo reclamo…

Te fuiste…

El eco de la noche era cruel al repetir esas palabras.

- Era lo que tenía que hacer… y gracias a eso… - en su voz no había rencor – ahora estamos los tres vivos… gracias a mi decisión…

- ¡No! Pretendes hacerme creer que el fin justifica los medios, ¿verdad? – Tenía el pelo encrespado como melena de león, los ojos fulgurantes destilaban destellos de tristeza y furia – nos abandonaste, Azhar. Demostraste que no te importamos en absoluto. Nos utilizaste.

Solo pudo mirarla. Impertérrito. A punto estuvo de rebelarla su alma… de abrirse al dolor que le atrapo al abandonarles… pero no se atrevió… a punto estuvo de hacerlo.

- No dices nada… sabes… creo… creo… que te quería chico de los ojos bicolores… - las lágrimas volvieron a aflorar a sus ojos…

- … - ahora sí que no pudo esconder su sorpresa, la miró fijamente – ¿qué crees que es querer, Alea?

- ¿Que qué creo que es querer? – Y entonces… se dejó llevar… desesperada… - querer es preocupación, es atención, es cuidar, es sentirse querido, es hablar, es escuchar, es reír, llorar… lo siento, pero creo que no sé hacerte comprender lo que es querer…

- En ese caso… tampoco podrás comprender que, a lo mejor, yo también te quise.

Ya no corrían lágrimas. Ahora corrían sentimientos.

Ambos se miraron.

La luna llenaba de luz el pequeño claro.

Ahora era la brisa del silencio la que columpiaba las hojas en las ramas de los arboles.

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