Adiós no, hasta luego.

- ¿Un último deseo, idiota? – su voz fue brusca, desprovista de todo sentimiento.

Sentado en la silla de la oficina, no dijo nada. Alargó la mano y tomó un simple bolígrafo del portalápices, para, a continuación, escribir un par de palabras en una hoja de papel.

- La prometí que nunca me iría… – susurró con emoción contenida, mientras doblaba el papelito y se lo metía en un bolsillo – sin despedirme.

Cerró los ojos con fuerza, un par de lágrimas se agolparon en sus pestañas… momentos antes de sentir el frío acero del cañón de la pistola en la nuca, de notar el helado sabor de la muerte en los labios.

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A falta de algo mejor... xD ahora bien, la canción me encanta =)