Cabizbajo y somnoliento entré en la consulta de la mano de mamá. Ella no dijo nada. Yo tampoco. Ambos dejamos que fuera el médico quien hablara primero.
-¿Qué le ocurre?
Ella se encogió de hombros, haciendo ademán con la cabeza de que era a mí a quien debía preguntar. El doctor me palpó la frente.
- ¿Qué te ocurre, pequeño? No tienes fiebre… - me miró profundamente con sus ojos sabios – ¿te duele algo? ¿Cómo te sientes?
La tibia vocecilla del muchacho pareció levantar pequeñas e invisibles nubecillas de vapor.
- Me siento… incompleto.
Y lo peor es que por muchas consultas que visites ningún médico podrá resolverlo, a no ser que el médico pase a ser tu amigo y esa fuera la parte que te faltaba :)
ResponderEliminary no me quiero ni imaginar la cara del doctor ante esa contestación.
ResponderEliminarme ha gustado; se me ha puesto el vello de punta!
Demasiado joven... lo que le queda.
ResponderEliminarEl texto: Genial!!
mua mua y muaaa!
Tan pequeño y... un amor no correspondido? la traición de un amigo? el último cromo del álbum quizás?
ResponderEliminarTan pequeño para sentirse incompleto... su vida sera muy dura si no encuentra aquello que le falta, pues crecerá con la incertidumbre y el agobio siempre de saber lo que es...
ResponderEliminarEres un verdadero artista... Luego dices que te gusta mi blog... a mí el tuyo me encanta.
ResponderEliminarMe lo quedo.
Gracias, un abrazo.
Yo creo que al final todos nos sentimos incompletos, si no es por una cosa es por otra y si no porque nunca llegamos a ser nosotros mismos al 100% un texto estupendo =)
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