10 de septiembre de 2010

Quizás la próxima vez.

Empujé la puerta del baño con el pie y entré. Iba cargado con las últimas garrafas que llenarían la bañera. Las volqué y me quité los zapatos, zambulléndome dentro de aquel liquido grasiento, viscoso.

Oculto casi por completo, saqué una cerilla y la sostuve entre los dedos unos segundos:

Ya que era tan cobarde de no atreverme a olvidarte, a olvidarte a ti y a todos, cansado de un mundo que no valía nada y harto de que lo único que mereciera la pena fuera inalcanzable para mí… pondría fin a todo.

Suavemente, casi con descuido, dejé caer la cerilla en la bañera.

Silencio.

Quizás la próxima vez tuviera el valor, pensé, de dejar caer la cerilla encendida en aquella bañera de gasolina…

Quizás la próxima vez.

5 comentarios:

  1. Me has tenido enganchada a la historia desde las primeras palabras y no te imaginas que alegría sentí al descubrir que la cerilla no había sido encendida.

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  2. jajajaja!!! :D :D
    la verdad es que no sé porqué escribí esto xD
    me alegro de que te guste! ^^
    sé que tengo los blogs olvidados... =/

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  3. Una manera original de suicidarse sin duda. Tanto fisicamente como psicologicamente, todos en ocasiones sentimos la tentación de prender esa llama. (;

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  4. Me alegro de oir a M.N. por estos parajes! Volveré con más detenimiento, de eso no hay duda! :))

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El reflejo de tu alma...