25 de julio de 2011

Famous Last Words.


Con un chasquido prendió la vela que, somnolienta, yacía sobre la mesa de su escritorio. Una flamante llama azul del tamaño de su pulgar cobró forma, iluminando una hoja de papel, una pluma y un tintero.
Echándose el flequillo hacía atrás, mojó la pluma en aquel líquido de obsidiana y comenzó a escribir. El sonido de la punta de acero del instrumento era lo único que hendía el silencio, un silencio que aguardaba, expectante, para ver lo que ese extraño hombre de pelo azabache estaba escribiendo.
Las palabras, al igual que en el papel, quedaban grabadas en el aire, en su mente, en su alma. No le hacía falta releerlas, era capaz de sentirlas, y por ello sabía que el camino que había escogido era el correcto.
«Ninguno de vosotros podrá comprender la naturaleza que me empuja a cometer los actos que en el futuro emprenderé. No intentéis aplicar la razón en esto, la lógica no tiene cabida aquí. En primer lugar decir que no volveréis a verme, ninguno de vosotros. Nunca más. Pero como os prometí que nunca os abandonaría… voy a dejaros algo que os ayudará en vuestro Destino.
Cyril, tu amistad incondicional, tu apoyo, han creado dentro de mí una confianza que no creo que desaparezca jamás. Tus consejos siempre me ayudaron a ver el mundo de otra manera, a comprender la forma de actuar de los hombres, a saber cómo piensan. Al menos una mínima parte, ya que la naturaleza humana es a menudo tan inexplicable… pero ha sido suficiente.
Me ayudaste a que cogiera confianza en mí mismo, en mis decisiones, en mis actos. Ahora ya no soy el de antes, y por ello, quiero recompensarte. »
El hombre dejo entonces de escribir, y abrió lentamente uno de los cajones de la mesa.
Silenciosamente, la madera no se atrevió a crujir, sino que respetó la calma reinante en la habitación. Tomó con cuidado un pequeño cuchillo que dormía en el fondo y lo desenvainó.
Era hermoso. Finamente labrado en plata, arrancaba destellos azulados a la vela. Colocando un pequeño bote de cristal en la mesa, el joven rozó con el filo de la daga la palma de su mano.
«Te dejo mi sangre. Son apenas unas gotas, pero contienen la firmeza que tu conseguiste insuflar a mi corazón. Contienen mi tenacidad, mi ambición, mi espíritu de supervivencia. Vas a necesitar ser fuerte en los tiempos que corren, usa mi sangre con prudencia, hermano. »
No asomó en su rostro el menor atisbo de dolor mientras las gotas de sangre se deslizaban por su piel, cayendo también en silencio en el fondo del frasco, acumulándose, estableciendo por sí mismas un minúsculo lago color granate.
Vendándose rápidamente la mano con un trozo de su capa, regresó el cuchillo al cajón y dispuso el botecito cerrado con un tapón de corcho al lado de la vela.
Siguió escribiendo.
«Ithan, el honor y la elegancia que embriaga cada uno de tus movimientos, cada una de tus palabras, caló en mi como una suave tormenta de verano. Me enseñaste respeto, me mostraste que no se debe tratar a los demás como si fueran inferiores a ti, que todos somos uno, y que lo que por separado parece imposible, cobra mayor sentido si estamos juntos. Así mismo, tu optimismo fue el culpable de que no languideciera en mi vida, me contagiaste esa forma de ver las cosas, haciéndome ver que todo lado malo se equilibra con algo de bondad, sea cual sea. »
Desatándose la cinta de cuero que le cruzaba desde el hombro derecho hasta la cadera izquierda, posó con cuidado tras la vela y la sangre su esbelta espada de acero. Poderosa, ambiciosa, elegante, rápida, certera, letal. Irrompible.
«Te dejo mi espada. En mis manos no ha dudado en ningún momento, nunca ha sido quebrada, no conoce el lenguaje de la derrota. En los tiempos que vendrán será necesaria tal fortaleza, tal fuerza de voluntad, que si por casualidad se rompiese, toda tu mente desaparecería en el infierno. Úsala sabiamente, confía en ella al igual que ella, desde este mismo momento, confía en ti»
El muchacho suspiró. Un tibio reguero de sangre corría por su muñeca, empapando el pliegue de su capa. Ya solo le quedaba una cosa que ofrecer.
Siguió escribiendo.
«Anabel, no puedo escribir tu nombre sin que tus ojos afloren en mi alma, cautivándome como si te tuviera a mi lado. Tú me has dado lo más importante, aquello sin que lo demás no tendría sentido. El honor, la confianza. ¿Qué son sin los sentimientos? Tú has sido la fuente que has despertado la vida dentro de mí. Desde que te vi por primera vez ya no veo el mundo de la misma manera. Tu mirada me trasmitió desde la primera caricia los ecos de tu voz, el viento del amor. No sé que habría sido de mí, de nosotros, si tú no me hubieras enseñado el sentido del amor. Tantas cosas habrían desaparecido, se habrían hundido en el desastre…»
Soltó la pluma, se llevó las manos a los ojos. Aquello estaba siendo más difícil de lo que había supuesto. Introduciendo una mano en el fondo de sus ropas, sacó un fino colgante con un cristal ovalado al final. En la parte superior del mismo, un pequeño tapón de vidrio fue desenroscado. Nadie sabía que aquel colgante pudiera ser abierto. Y así debía ser. 
En silencio, lo puso bajo su mirada color caoba, cerró los ojos y esta vez, no escribió.
«Te dejo mis lagrimas. Lo más profundo de mi, lo más puro. Es lo único que nunca ha sido manchado por nada, lo único que nunca ha sido mancillado por nada. Mi yo más recóndito vive en estas lagrimas de cristal.
Que cuando todo te falle, cuando no sepas continuar, cuanto todo te parezca un profundo y escarpado acantilado sin salida, te guíen hacia delante. Serán las llamas que te mostraran el camino, que nunca te permitirán olvidar quien eres. Te enseñarán que el camino correcto está ahí, entre la niebla, solo tienes que ser capaz de verlo.
Sé que sabrás verlo. Sé que vencerás. Sé que vivirás lo suficiente para que nos volvamos a ver. Lo sé.»
Atentamente,
Vuestro amigo, compañero y hermano,
Jared.

11 comentarios:

  1. Cada vez te quedan mejor ;)

    Te firmo con anónimo, no me deja de otra forma :(

    Alba

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  2. Parece tan bien meditado, estructurado, etc. He de admitir que te vas superando "Señorito" xD

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  3. " Nadie sabía que aquel colgante pudiera ser abierto. Y así debía ser. "

    Me encaaaanta! Y encima me pones linkin park jejeje.

    Un abraaaazo!

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  4. Como me gustaría poder escribir una carta así si alguna vez tuviera que hacerlo...!

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  5. Me encantó, es increíble *-*
    ¡Un beso!

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  6. Toc-toc *Asoma la cabeza* se puede? x)
    Gracias por el comentario y por el follow :3.
    Gran texto, y un placer seguirte :3

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  7. Jijiji, te encontré hace nada y dije, ui, vamos a comentarla algo al menos... =P
    Bienvenida y gracias a tiiiiiiiiiiiii :D

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  8. Marco, es verdad que hacía tiempo que no nos visitábamos, pero fue bueno verte allá y venir aquí para leer tan buen material.
    Te aseguro que no estoy leyendo buenos textos últimamente.
    Un abrazo.
    HD

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  9. Me ha gustado mucho este, gracias por el comentario y el follow! A ver que más encuentro por aquí.

    MFV

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