10 de mayo de 2010

Para dolor, tu ausencia.

Caminando por la acera entre la multitud, se llevó la mano al pecho. Un dolor atroz le atravesaba los pulmones de parte a parte, pero eso no le hizo detenerse. Siguió caminando. Sin pausa.

Colocándose el sombrero, se sentó en el umbral de unos soportales, atenazado por el frío, el dolor y el miedo. Nunca Nada le había dolido tanto. Nunca.

Miró el camino que había seguido, entre cientos de gabardinas, de paraguas, de charcos y de barro. Un reguero de sangre recorría la calle. Pequeñas gotitas que iban a morir justo a su lado… Se asustó aun mas, palpándose el cuerpo, buscando una herida que no existía.

Nadie le miraba, Nadie le prestaba atención. Nadie había visto la sangre. Y eso era… porque Nadie existía. Y cuando se dio cuenta de ello y volvió a mirar a su alrededor, tampoco existían lagrimas rojas sobre el suelo.

Y entonces sacó un espejo del bolsillo… y al mirarse descubrió sorprendido… que él tampoco era Nada.

Despertó.

Tumbado bajo las mantas… miraba el dulce llover por la ventana.

Los dolores volvieron de golpe. Era lo único que existía dentro de él.

Pero el dolor no era suyo, no eran los pulmones… era tu ausencia.

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Hay muchas formas de estar ausente...

1 comentario:

  1. =O me encanta!! =D
    no existía nada, no existía nadie...
    solo el dolor.
    Genial :)
    aún así... triste.

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El reflejo de tu alma...