26 de diciembre de 2010

Dentro de lo peor, lo mejor.

- Dónde está.

Vi la pregunta en sus ojos, no resonó en mis oídos. Aquella mujer estaba dispuesta a todo para alcanzar las respuestas.

- Dónde está. – con un movimiento de muñeca, duro y definido, su espada abandonó la guarda y poseyó su mano. – No lo voy a repetir por tercera vez – sentí el acero en la garganta, decidí que no valía la pena.

- Se ha marchado. No sé adónde. – un hilo rojo comenzó a resbalar por mi piel.

Nunca nadie me había mirado con tanta intensidad. Penetró en mi cabeza por mis ojos y arrasó en mi mente. Buscó cualquier atisbo de mentira, buscó cualquier excusa para matarme. Y las encontró, pero no se rebajó. Matar a un asesino te convierte en asesino, simplemente eso me salvó la vida.

- Maldita escoria. – musitó mientras bajaba el arma y retrocedía unos pasos. – Asquerosos asesinos.

- Espera. – Detenida en seco, parecía que le escuchaba – no es escoria. Yo sí. Pero él no. Él no es como nosotros. – su silencio le invitó a continuar. – él no nació para esto. Yo soy una serpiente, un escorpión. Peleo como una araña, venenosa, implacable. No tengo piedad, lo admito, pero él… él no lucha así, él no mata como nosotros. Nunca atacaba por la espalda, nunca daba el primer golpe, jamás a mujeres o a niños, jamás. Dentro de lo peor, era lo mejor. Por eso le cambiamos el nombre.

- ¿Cómo le llamasteis? – Soph frunció el ceño, esto era algo que no salía en sus planes.

- Dentro de lo peor, lo mejor… - se perdió en recuerdos ajenos – por eso su nombre. Por como luchaba, por cómo era…

- Su nombre. – imprecó.

- Leo.

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El reflejo de tu alma...