25 de diciembre de 2011

La Ofrenda al Dragón.

Pese a que llevaba semanas imaginándose el momento, no podía evitar tener los nervios a flor de piel. Una fina película de sudor frío le impregnaba la frente, las palmas de las manos. Respiró profundamente una, dos, tres veces, mientras a lo lejos, el silencio era quebrado por el llanto de un cuerno de hueso.
- ¿Madera o acero? – inquirió una voz.
Jared se aclaró la garganta y trató de enfocar la mirada, no sin dificultad, en el hombre que le hablaba al lado de la puerta enrejada. En la mano derecha sostenía un arco con un pequeño carcaj de piel, en la izquierda, una ornamentada guarda que contenía un puñal.
- ¿Cuántas flechas incluye el arco?
Trató de no parecer asustado, de ganar tiempo. Y es que las dudas aprovecharon aquel último suspiro antes del fin para corroerle las entrañas. ¿Madera o acero? Edmund se lo había dejado bien claro.
- ¿De qué me va a servir un arco de mierda en las Serpientes de Piedra? – le preguntó sin rodeos. El día anterior le había cogido en mitad de otra de sus escapadas nocturnas y el enfado aun le duraba. – Dijiste que todo estaría oscuro, habrá poco espacio para maniobrar, no me servirán de nada. A veces creo que en vez de ayudarme quieres verme morir.
La respuesta vino acompañada de un fuerte bofetón con el dorso de la mano. El labio inferior le latía, dejando ver algunas gotas de sangre.
- No tengo por qué darte explicaciones. Ahora mismo no tienes más opciones que confiar en mí, chico. Si quieres salir con vida de las Serpientes de Piedra cogerás el arco y punto.
Jared le dedicó una mirada furibunda de medio lado. El flequillo, recién cortado, no le permitía esconderse tras él aquella vez. Asintió despacio.
- ¿Cuántas flechas incluye el arco?
Ambas voces, la de Edmund y la del Guardián de la Reja, se solaparon en una cuando respondió.
- Cinco. Ni una más, ni una menos. ¿Madera o acero, muchacho? Se aproxima tu hora.
Con estrépito, la reja de hierro oxidado comenzó a elevarse con un chirrido, desvelando un amplio pasillo regado por la oscuridad. Tomó una decisión.
- Acero.
- Buena elección. – respondió poniéndole la guarda en las manos. – Suerte.
Con la cabeza embotada por el miedo y los nervios, se colgó el arma al cinto y entró en el corredor de piedra. Estuvo a punto de hacérselo encima cuando, con un golpe, las rejas volvieron a ocupar su lugar.
No se alejó más que un par de pasos cuando desenfundó el puñal y comprendió su error. Recorriendo su filo con el pulgar, un escalofrío le palpó la nuca casi con cariño. Romo. Aquel puñal no tenía filo, y Edmund lo había sabido desde el principio.
- Mierda.
A lo lejos, un aullido levantó ecos de los túneles. La Ofrenda al Dragón no había hecho más que comenzar.

*La Ofrenda al Dragón es la forma que tienen en la Capital de eliminar a la escoria social. Ladrones, vagabundos, prostitutas, violadores… luchan a muerte por su libertad. La Ofrenda se compone de dos partes, un primer laberinto de túneles subterráneos, las Serpientes de Piedra, en los cuales, los contendientes deben encontrar la salida evitando a la Bestia. Los que logran alcanzar la Arena Roja podrán escoger arma y luchar, unos contra otros, a la vista tanto de los hombres como de los Dioses.* 

2 comentarios:

  1. Feliz navidad Marco :P No sé cuánto hace que no hablamos jaja, pero la verdad es que no he podido pasarme por tu blog como bien has podido comprobar, gracias a los estudios... Espero poder volver por aquí pronto, pero aún me queda para rato u.u
    Un abrazo :)

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  2. FELIZ NAVIDAD! :D
    Wiiiiiiii! Ilusiona ver que no se olvidan de uno :3 Cuídate un montón! :)

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