6 de enero de 2012

Lestor de Laetha.

Pese a que era verano en la pequeña sala de estar, en su corazón seguía siendo invierno.
- Póngase cómodo, Señor. El Patrono y Primer Acreedor de Laetha, Lestor de Laetha le atenderá en unos minutos.
Se trataba sin embargo de un ofrecimiento vano, ya que ni una sola silla, es más, ni un solo mueble aparte de una mesa de endrino decoraba el cuarto. No tuvo tiempo de objetar nada ya que, deslizándose sobre sus sandalias, el criado le abandonó a toda prisa.
- Creo que estoy cómodo de pie, gracias – musitó no obstante a la habitación vacía.
Grande, con forma de cúpula, su pared circular de color crema quedaba parcialmente oculta por bellos tapices. Jared reconoció algunos. «La Batalla de Khroa, El Incendio de los Gigantes, Las Ciudades Hundidas del Sur…» El nivel de detalle era impecable, pero no dejó que aquella muestra de suntuosidad le sorprendiera en exceso. Ese hombre era poderoso, sin lugar a dudas, pero debía plantar cara, su semblante no podía reflejar nada más que un profundo respeto. Un profundo respeto que en el fondo estaba lejos de sentir.
- Te imaginaba más alto e imponente, Jared Skygrey, Matador de Dragones.
Colocado de lado cerca de las cortinas que daban a un balcón cerrado, Lestor de Laetha le miraba con los ojos entornados. ¿Cuánto tiempo llevaría ahí? ¿Qué conclusiones habría sacado de su actitud contemplativa? Somos lo que somos cuando nadie nos vez, le llegaron a la mente las palabras del Orador. Jared rezaba internamente porque eso no fuera del todo cierto.
- A menudo ganan más batallas la mente que los músculos, Patrono.
- Sabias palabras, amigo. Espero que sean ciertas. - «Por tú bien.» Las palabras no fueron pronunciadas, pero resonaron en la mente del muchacho con claridad. Una sonrisa peligrosa acentuó más su incomodidad. – Y bien, ¿qué te trae a Laetha, Matador de Dragones?
La verdad era que se esperaba la figura del Primer Acreedor algo más extraordinaria. De piel morena, calvo a excepción de la pequeña trenza tradición local que adornara su nuca. Nariz fina, labios delgados… solo sus ojos, de un azul tempestuoso, irradiaban fuerza. Sus ojos y su voz, claro. Era la voz de un mandatario, de alguien con poder. Suave pero en cierto modo potente. Jared respiró.
- Busco a un hombre, Patrono. Sé que ha pasado por aquí, incluso puede que aún permanezca en la ciudad. Necesito encontr…
- ¿Un hombre? Soy el Primer Acreedor de Laetha, no una madre que cuide de que sus hijos no se pierdan, ni un pastor que lleve un rebaño de ovejas. Gobierno aquí con mano de hierro, si, pero no mantengo en el regazo a mis ciudadanos. Matador de Dragones – profirió con burla – este no es el sitio indicado para buscar a un hombre.
Ambos se miraron. La temperatura en la habitación pareció aumentar varios grados en un segundo. Delicadas gotas de sudor perlaron la frente del joven, mientras que el organismo de Lestor, acostumbrado a aquello, ni siquiera se inmutaba.
Jared lo sabía. Y Lestor sabía que lo sabía. La red de espionaje que se extendía por todo el reino tenía allí su eje. Si que se encontraba en el sitio indicado, extraoficialmente al menos, ya que por supuesto, dicha red no existía.
- Salga de mis estancias, muchacho. No voy a perder más el tiempo con tus tonterías.
Perdida la fría cortesía, Jared se lanzó a la desesperada.
- Tengo oro. Puedo pagarle, solo necesito encontrar al asesino del Orador de mi Monasterio… del... del Monasterio de Skygrey. Le pagaré, sé que puede ayudarme, sé que…
- No sabes nada. – avanzando un par de pasos, se colocó junto a la mesa de endrino. Solo algunos centímetros separaban sus rostros en aquel instante. – Yo solo soy el Primer Acreedor y Patrono de Laetha, Matador de Dragones – fruncía el ceño y susurraba, clavando sus uñas pintadas de azul celeste en la madera. – Estás metido en un juego muy peligroso, y al contrario de lo que piensas, no eres tú quien lleva las riendas del caballo, no eres el que va por delante, el que maneja a los demás. Eres un puto peón, chico. – Sus ojos brillaban, furiosos. –  No eres nada en todo esto. ¿Un consejo? Empálate con esa bonita espada que tienes y abandona el juego de una vez. Córtate la garganta y desaparece. Es el mejor final que puedes obtener.  – Inspiró. – Y ahora vete. Tienes un minuto para olvidar esta habitación, esta conversación… y a mí, o seré yo mismo quien sirva tú cadáver a los cuervos antes del próximo amanecer.
Nota: esta escena es muy, muy, mejorable xD Lo sé, pero es que si pusiera todo lo que quiero sería larguísima… y no me gusta poner cosas largas en el blog, así que… así se queda xD :)

1 comentario:

  1. Esta mañana he encontrado entre los regalos que me han dejado en casa varios pergaminos pequeñitos con relatitos para regalar. Este tenía tu nombre así que te lo envío para que lo tengas. Me alegro de haber descubierto este microuniverso repleto de gente imprescindible. Feliz día de reyes.
    20.- ¡Dios! Ibook fundido, Ipad sin conexión y además el Iphone se ha vuelto a quedar sin batería. ¿Es que no te has dado cuenta que debo hacer llegar mi carta a los reyes magos?

    ResponderEliminar

El reflejo de tu alma...