29 de febrero de 2012

Standby.


Se despierta de repente pero con cuidado. Al sol que entra por la ventana le gusta recordarle que después de cada noche siempre viene un nuevo amanecer. No ha tenido pesadillas, se vanagloria.
Quizá signifique que por fin vence sus miedos, que por fin se atreve a volar más alto… o puede que, simplemente, sus temores hayan pasado a ocupar formas más corpóreas, hayan abandonado su subconsciente para vivir con él el día a día. 
Un suspiro, dos, tres. Hoy le da igual, se siente valiente, se siente capaz de vencerlos por fin. Funambulista en la cuerda, se refugia en los matices, vive en los detalles. Le gusta pensar que al descorrer las cortinas de la habitación no se encontrará con la sombra de más edificios de ladrillo. Habrá una calle enorme el día de mercado y al fondo la silueta de la torre Eiffel se recortará contra el cielo.
Una nueva vida, lejos de aquí.
Desconocido, ¿te imaginas? Un sitio donde nadie conozca tu nombre, donde tus pupilas reflejen cosas que jamás habías visto antes, donde sean otros iris el círculo cromático de tu existencia. Un lugar donde volver a jugar de nuevo sin miedo a perder, las tres vidas aun sin gastar. Despilfarraría oportunidades y traficaría con posibilidades en el mercado negro. 
Por desgracia, cuando se levanta y sus pies desnudos se contagian de la frialdad del suelo, comienza a perder entereza. Tal vez no debiera descorrer las cortinas. ¿Y si las pesadillas se esconden al otro lado? Caso omiso. Prosigue su hazaña, pliega la fina tela a un lado y descubre la verdad.
Que para bien o para mal, todo sigue igual que siempre. 
***

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