29 de abril de 2012

Instintos.

Era un agujero en la realidad. Era un vacío: la ausencia de tiempo y espacio condensada en un hueco de negrura iridiscente.  Era eso pero era también algo más; un algo indescriptible y sobrecogedor que te empujaba a seguir mirando a las tinieblas, que te llamaba, que te hacia desear entrar en el infierno.
- Bienvenido al abismo llamado Mundo, Jared.
Silencio. El efecto que causaba la atmosfera de niebla sobre las palabras, sobre los sonidos, era ya de por si inquietante. El vacío que tenía ante sus ojos las absorbía, se nutría de ellas, volviéndose más espeso, más peligroso, letal.
- ¿Qué hay ahí abajo?
Lance, o el fantasma que era Lance, se volvió para fulminarle con sus ojos perpetuamente sonrientes, perpetuamente muertos.
- Dicen que los Vientos del Tiempo siguen inmutables en el abismo. Vientos que se llevan tu vida cuando te rozan, que te arrancan la piel a tiras dejando tu alma a la vista de las bestias carroñeras. Si, ahí abajo tu alma no es más que carroña y tu cuerpo es aun menos que eso. – Sus ojos azul zafiro le miraban desde lo alto del corcel, diciéndole que no debía tener miedo… no. Justo lo contrario. – El miedo puede salvarte la vida en el abismo, solo has de aprender a controlarlo.
Jared no entendía absolutamente nada. El sudor adhería su cabello rubio a la sien, la niebla perlaba de gotas heladas la superficie de su piel.
- ¿Estás seguro de que no hay otra forma?
- No. Las respuestas que buscas están ahí. Al alcance de tu miedo. Lo sabes.
Lo sabía.
Asintió con la cabeza, despacio. Un paso, luego otro. La capa de niebla casi solida  que bailaba sobre el precipicio le impedía vislumbrar su final. Tragó saliva al mismo tiempo que un viento suave, casi como una brisa de verano, surgía de las profundidades y le acariciaba el cabello… que se le encaneció al instante.
La mano de hierro de Lance le agarró del hombro con fuerza, tirando de él hacia atrás. El corazón latiendo desbocado, Jared cayó al suelo con un resoplido tembloroso.
- Si llega a rozarte la piel te habría quemado hasta el hueso. Con el Tiempo no se juega, muchacho. No vuelvas a separarte de mí.
Sentado en el barro, comprobó que el mechón que había estado más expuesto se le caía en aquellos momentos de la cabeza, deshaciéndose en su mano. El resto permanecía blanco: nieve moteando un campo de trigo. Respiró hondo.
La voz de Lance le llegó desde muy lejos:
- A veces para encontrar la luz no queda más remedio que internarse en la más profunda oscuridad.

En el abismo llamado Mundo el miedo es tu amigo. Leal como un perro, cuando todo falle él seguirá a tu lado. Olvida todo lo que has aprendido en tu vida, ahí abajo solo los instintos van a servirte de algo… y a veces ni siquiera bastan para mantenerte vivo. 

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El reflejo de tu alma...