10 de abril de 2012

Un abismo llamado Mundo.

Capturada, secuestrada por las llamas, su mirada no podía huir sin hundirse más aun en aquel paraíso de cenizas incandescentes. A su alrededor, la niebla se volvía más espesa, pero nunca tan profunda como la que poblaba su interior.
- Esto no me gusta nada, chico. Hay luces dentro de la niebla, deberíamos… deberíamos largarnos, chico.
Si no le había repetido mil veces que dejara de llamarle chico no se lo había dicho ninguna. Pero era inútil, el idiota seguía haciendo lo que le daba la gana. Afortunadamente en aquel momento, apenas le escuchaba.
Y es que solo podía oírse a sí mismo. Tras las altas murallas que protegían su alma, una voz se alzaba más fuerte, más firme que nunca, pujando por llamar su atención.
» ¿Y si el error más grande de su vida fuera en realidad un acierto? ¿Y si llevara años escondiéndose de algo que no existía? ¿Y si los monstruos de sus sueños nunca hubieran pasado a formar parte de la realidad?
Imperceptiblemente, tembló. Le echó la culpa al frío, no al que le rodeaba, si no al que le había acompañado durante toda su vida. Cualquier momento era bueno para preguntarse si la filosofía de vida que estaba siguiendo era de verdad la correcta. Tal vez no hubiera perdido nunca, tal vez llevara años equivocado, años lamentándose, años descargando su ira contra los inocentes troncos de los arboles que se ponían en su camino. Tal vez todo era mentira. Tal vez vivía en un bucle sinsentido.
Tal vez llevara demasiado tiempo dormido. Tal vez fuera el momento de despertar.
- Chico, las luces… las luces se mueven. O quizá sea la niebla. O ambas. Esto no me gusta nada, chico. Alguien se está riendo… ¿lo oyes?
No podía ser cierto. Simplemente no se atrevía a creerlo. Era un golpe demasiado fuerte para soportarlo. ¿Y si en realidad no había nada que temer? Lo mejor sería que no volviera a pensar en ello, le susurraba al oído el Miedo.
Con una sacudida, agitó la cabeza en todas direcciones. No se había percatado de ello, pero una ligera capa de escarcha yacía posada sobre sus manos, sus mejillas. Ahora él también veía las luces, escuchaba las risas.
Estaba solo - ¿Cómo siempre? - y la oscuridad moteada de luces se hacía más grande a cada paso. Recordó entonces donde estaba, los mitos aterradores que corrían de boca en boca sobre aquel lugar. En todas las leyendas hay una pizca de verdad, tan solo esperaba que ocurriera lo mismo con su vida.

En el abismo llamado Mundo a veces no pasa el tiempo, a veces retrocede, a veces incluso pasa dos veces. A veces pasa demasiado rápido y otras demasiado despacio… lo único sobre el cual no hay lugar a dudas es que nadie puede escapar de él. 

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