- Todo el mundo sabe que cortarle la cabeza a un heredero real da mala
suerte, Wesh.
- ¿Quién teme a la mala suerte teniendo una espada? Le rebanaré el
pescuezo y luego convertiré su cerebro en comida para los cerdos.
Kris bufó exasperado mientras ponía fin a la conversación con un ademán
de la mano derecha. Hablar con gestos era casi siempre seguro pero no se debía tentar
al destino. Ocultos bajo la armadura de los legítimos guardias, esperaron la
llamada.
J. no podía aguantar los nervios. Las manos le sudaban terriblemente
bajos los guanteletes y cuando Lord Trevon de la Casa Austin les llamó desde su
habitación poco le faltó para tropezar con sus propios pies.
La puerta se cerró tras ellos con un quejido que no presagiaba nada
bueno.
- ¿Dónde mierdas esta ese estúpido paje? Hay que cargar esas dos cajas
en el carro que espera en la Puerta de Sangre, vamos.
Mientras Kris y Wesh daba un paso adelante, J. únicamente pudo
retroceder ante lo que se avecinaba. El primero desenfundó el mandoble
lentamente.
- Aquí nadie va a ningún sitio.
- ¿Qué es esto? – solo un pestañeo absurdo por su parte mostró que el
heredero empezaba a entender lo que iba a ocurrir. - ¿Qué estáis haciendo? ¿Quién os manda? Tengo oro, no tenéis
por qué…
- Adiós Lord Trevon.
Kris alzó la espada cuando por fin el noble reparó en la presencia de
J. cerca de la puerta.
- ¡Tú! Haz algo imbécil, no puedes ser tan cobarde, ayúdame y…
Con una sacudida el filo resbaló por entre sus costillas y traspasó despacio
su corazón. Antes de que le diera tiempo a caer, Kris volvió a alzar la espada y
con un golpe de mano le cortó la cabeza.
Debajo
de la visera del casco, en sus oídos, en lo más profundo de su cerebro, Jared oiría
el resto de sus días la palabra cobarde grabada a fuego en su alma.
Día
a día, el peso de lo que somos, el peso de lo que podríamos ser, de lo que
nunca seremos, nos aplasta poco a poco hasta dejarnos sin aliento. Formar parte
de un hecho sin precedentes, de algo valeroso, importante, ya sea a gran o a
pequeña escala. Porque a veces aunque no pase a la posteridad en las páginas de
un libro, vencer a los monstruos que llevamos dentro puede ser el acto más
heroico del mundo.
Buenas,
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Saludos
Cobarde, muy cobarde.
ResponderEliminarQue cantidad de recuerdos, y todos buenos! gracias..
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