4 de enero de 2013

Perder el control.

 - Puedes hacerlo, solo tienes que concentrarte.
Jared apretó los dientes mientras palpaba con el índice y el anular la sien de la joven muerta.
- ¿Ves algo?
- Nada…
- ¿Quieres saber quién mató a tu padre? ¿Quieres saber quién lo volvería a matar? Yo. Fui yo quien introdujo el puñal entre sus costillas, quien sintió en sus manos la sangre correr mientras…
- Cállate.
- Mientras el último halito de vida escapaba de su cuerpo.
La furia afloró en su interior como un huracán incontrolable, clavó en las sienes de la muchacha el índice y el anular también de su mano izquierda. Con ira, perdiendo el control de sí mismo, clavándole las uñas hasta que las primeras gotas de sangre coagulada se hicieron de notar.
Estaba ayudando al asesino de su padre, aquel al que había jurado matar, torturar y destruir en mil ocasiones; aquel que le había robado todo lo que tenía; aquel que le había transformado en lo que ahora realmente era. Un sobrenatural.
Y cuando abrió los ojos con un grito, ya no estaba allí. Un cielo sin luna le mostraba el camino… la muerta, de pie delante de él, le estaba hablando.
- ¿Quién eres tú?
- He venido a traerte de vuelta.
- ¿Dónde estoy? ¿De vuelta adonde?
- A la vida.

Tenía gracia que fuera perder el control lo que mantuviera amarradas las riendas de su vida. 

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