Estirando el cuello hacía atrás,
Christien abre una brecha sangrienta en la garganta de la mujer. Tapando su
boca para que ningún grito o gimoteo escape de sus labios, el hombre contempla
como la sangre se desliza rápidamente cuello abajo, dibujando lágrimas rojas en
su piel.
-
No estás solo. Ellos, por alguna razón u otra, también son piezas que no
encajan en el rompecabezas. Al igual que tú, ellos también están perdidos, no
son capaces de encontrar el camino en el infinito laberinto que compone su
alma. Al igual que tú, solo son ven muros. Muros y oscuridad.
En completo silencio, Seryen observa
su reflejo desnudo en el espejo mientras sus extraordinarias pupilas verticales
le devuelven la mirada sin pestañear. Su corazón aún se acelera al ver el ser
en el que se había convertido. ¿Quién era ella? ¿De dónde venía? Debía
encontrar las respuestas a aquellas preguntas, y ese hecho, era lo único que la
mantenía erguida en aquellos momentos. Suspiró. Al otro lado de la habitación
su cliente había llegado, era hora de trabajar.
-
Tal vez estemos destinados a ello – contestó el muchacho – quizá no podamos
existir de otra manera. Quizá esa sea la razón por la que seguimos vivos.
La lluvia empapa su cabello rizado,
adhiriéndolo a la frente, impidiéndole la visión. Se había visto obligado a
retrasar la marcha; con el chaparrón, el camino se hubo convertido en un
cenagal lleno de ramas y piedras ocultas. Su caballo negro andaba con cuidado,
sin perder la elegancia.
- ¿Es él? – sus ojos azules
estudiaron las facciones de su interlocutor atentamente, no necesitando de esta
manera una respuesta para confirmar sus suposiciones. – Es él.
- Otra mujer, joven y rubia.
Degollada. Las paredes de la casa gozaban de los dibujos de siempre. Hechos con
sangre, allí estaban la cueva, los dos chicos…
- Conozco los detalles, gracias.
- No. Esta vez ha habido una
diferencia.
Por el tono del hombre, supo que
no eran buenas noticias.
- ¿Qué ha pasado?
- Bueno… - dudó – tiene que ver
contigo.
- ¿Conmigo?
- En los antebrazos de la mujer, escrito
con el filo de un cuchillo… aparecía tu nombre.
Elfond espoleó su montura. Aquella
era la forma que tenía su hermano de decirle que todas las muertes ocurridas
eran culpa suya.
-
No lo entiendes. Tienes que encontrarlos, Jared. Toda esa gente está perdida,
olvidada. Solo entre vosotros podéis encontrar la forma de escapar, de volver a
la realidad. Ayúdalos, muchacho, ayúdalos… y te ayudarás a ti mismo.
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El reflejo de tu alma...