Anderson Lake es uno de los pocos occidentales que ha
obtenido permiso de trabajo y residencia en Tailandia. Sin embargo, la fábrica
que dirige es una tapadera: su misión es descubrir la reserva de semillas no
modificadas de plantas desaparecidas hace muchos años en el resto del planeta,
que misteriosamente se han conservado en el aislado reino asiático, y
entregarla a la multinacional biotecnológica para la cual realmente trabaja.
Paolo Bacigalupi nos
lleva al siglo XXII, un mundo donde el cambio climático ya se produjo, casi se
han agotado el petróleo, el gas y el carbón, la tracción animal ha reemplazado
los motores de combustión, la ingeniería genética se aplica en cultivos,
animales e incluso humanos, y las multinacionales biotecnológicas controlan la principal fuente de alimentos: las semillas transgénicas.
Un mundo donde las personas han de recordar de nuevo qué las hace humanas.
Valoración personal
Ambientada en el siglo XXII, “la chica mecánica” nos
ofrece una visión global de la sociedad Tailandesa a través de los puntos de
vista de varios personajes totalmente distintos que se verán irremediablemente
relacionados debido a los acontecimientos venideros.
En primer lugar, la novela nos presenta a Anderson Lake, propietario de una
fábrica tapadera de muelles percutores, ya que su verdadero interés dentro del
país en el que se encuentra es la obtención de muestras pertenecientes al banco
de semillas que se esconde en algún lugar de Tailandia.
Es aquí donde se
empiezan a poner de manifiesto las características de este particular mundo
futurista, y es que, un 90% de las especies vegetales existentes actualmente
han desaparecido, ya sea por las plagas o simplemente por el aumento
desmesurado de demanda. Ante esto, nacieron los llamados piratas genéticos,
encargados de la creación de alimentos transgénicos capaces de sobrevivir a las
plagas, en constante mutación.
Por otro lado, en fuerte contraste con Lake se
encuentra Emiko. Emiko es un neoser,
una chica mecánica creada únicamente con el propósito de obedecer, de servir al
ser humano. Visto por la sociedad tailandesa como una aberración de la
naturaleza, es mantenida escondida, siendo brutalmente maltratada en el local
en el que trabaja.
Emiko representa
uno de los valores más importantes de la novela. A lo largo de toda ella vemos
como, pese a ser creada únicamente para servir, en numerosas ocasiones se
rebela contra ello, intentando luchar así de forma constante contra su propia
naturaleza, pese a que ese hecho la avergüence enormemente.
Además de estos dos pilares de la historia, se nos
presenta también la visión desde un refugiado chino de un país extranjero que
lo ha perdido todo y debe luchar en todo momento para seguir adelante; y una
capitana de los llamados camisas blancas, una de las dos fuerzas que gobiernan
el país.
La lucha por el
poder, los desastres que conllevan los enfrentamientos bélicos y el cambio climático
son otros de los temas que se abordan, todo plasmado con un estilo narrativo
brillante y al que solo se le puede achacar la falta de un glosario, ya que la narración
está llena de términos autóctonos, que si bien dan gran verosimilitud a la
obra, su significado solo puede intuirse.
Nota final: 8,5/10
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