6 de febrero de 2014

Bruma.

- ¿Qué cojones estás haciendo?
La pregunta avanzó por el aire arrastrándose con la lentitud y la viscosidad de un caracol. Se adhirió a sus oídos, penetró en su cerebro y, más lentamente aún, se hizo entendible para él. En las profundidades de aquel callejón lleno de basura, únicamente anhelaba la compañía de su botella de vino. No quería ver a nadie, y a la persona que le hablaba, menos que a nadie.
- Que te follen, Bruma.
Dando otro trago de la botella, le mantuvo la mirada a su amigo. Un parche de cuero marrón le ocultaba el ojo izquierdo, por lo que solamente le apuñalaba la mirada furiosa de su ojo derecho.
- Respuesta incorrecta, imbécil. – En dos pasos se situó junto a él, arrebatándole la botella de vino y lanzándola a un rincón, donde estalló en miles de gotas de cristal y alcohol. – Tienes una misión, maldita sea. Tienes algo que hacer, ¿o acaso no lo recuerdas?
Christien le empujó con violencia, marcando la distancia que los separaba.
- No sé de qué mierda estás hablando. No sé de qué mierda has estado hablando desde que te conozco. Tu vida se basa en… - Christien se llevó las manos a la cabeza, abriendo inmensamente sus ojos de esmeralda – en… conspiraciones, en tramas absurdas, paranoias que solo existen en tu cabeza. No vives el mundo real – Habló muy despacio, marcando cada palabra; buscando dejar claro lo que pensaba. – Vives en una mentira, Bruma. Joder, si hasta tu nombre es inventado.
- Voy a hacer como que no he oído nada de lo que has dicho y no voy a rajarte de arriba abajo, ¿de acuerdo? Porque sé lo que te ocurre. Ha sido la putita esa, ¿verdad? – Bruma sonrió. – He oído los rumores. Algunos dicen que ha desaparecido. Otros son más explícitos y hablan de que se ha marchado.
- Ten cuidado con lo que dices, amigo.
- ¿Qué tenga cuidado? Te lo advertí – con un movimiento relámpago, Bruma le agarró del cuello, empotrándolo con fuerza contra la pared que tenía detrás – Te lo advertí. Si te enamoras, te vuelves vulnerable, - susurró con rabia, oprimiéndole más y más la garganta, clavando su ojo gris en aquellas pupilas color verde intenso – y si eres vulnerable todo el mundo te pisotea.
Y de golpe le soltó, haciéndole caer al suelo entre toses.
- Jamás te dejes pisotear, Christien Treewolf. El amor te ha metido en esto pero será el odio el que nos haga libres. 

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