- He visto como
destruías el mundo con tus propias manos. No tuve elección.
- ¿Por eso mentiste?
¿Por eso me convertiste en un asesino? – Tenía los ojos inyectados en sangre.
Dos esmeraldas repletas de fisuras rojas.
- Tienes que entenderlo,
si la gente se llegara a enterar de lo que estás destinado a hacer te perseguiría,
te capturaría, te lincharía. Pondrían precio a tu cabeza, serías torturado
durante años. – Desesperado, se llevó las manos a la cabeza. Mientras procuraba
hacérselo comprender era plenamente consciente de que jamás le perdonaría
aquello, más necesitaba intentarlo al menos. Necesitaba que comprendiera que
había hecho todo aquello porque le amaba. – Encerrarte en una mazmorra era lo
más seguro para ti, era la única manera de salvarte la vida, hermano.
- ¿Salvarme la vida? Me
has convertido en un prófugo.
- Nunca debiste haber
escapado de tu celda.
- Ni siquiera tú te
crees ni una sola de las palabras que asoman por tu boca. Tan solo juegas con
ellas, te las repites una y otra y otra vez hasta que consigues que suenen bien
en tu cabeza. Logras por todos los medios que toda esa sarta de gilipolleces
suene bien. Es la única manera que tienes de estar satisfecho contigo mismo, de
alcanzar tu propia aceptación. Ojalá nuestro padre viviera para ver en lo que
te has convertido.
Elfond bajó la mirada.
Su padre aún vivía pero no creyó adecuado hacerle partícipe de esa información.
Christien estaba ya bastante alterado, ¿Quién sabe cómo iba a reaccionar?
- ¿Sabes cuales fueron
las últimas palabras que me dijo? – Christien sonrió. Era una sonrisa larga,
profunda, temeraria. La sonrisa de quien salta al vacío sumergido en la más
oscura locura. – Sé mejor hombre que tu hermano.
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El reflejo de tu alma...