19 de mayo de 2015

- He visto como destruías el mundo con tus propias manos. No tuve elección.
- ¿Por eso mentiste? ¿Por eso me convertiste en un asesino? – Tenía los ojos inyectados en sangre. Dos esmeraldas repletas de fisuras rojas.
- Tienes que entenderlo, si la gente se llegara a enterar de lo que estás destinado a hacer te perseguiría, te capturaría, te lincharía. Pondrían precio a tu cabeza, serías torturado durante años. – Desesperado, se llevó las manos a la cabeza. Mientras procuraba hacérselo comprender era plenamente consciente de que jamás le perdonaría aquello, más necesitaba intentarlo al menos. Necesitaba que comprendiera que había hecho todo aquello porque le amaba. – Encerrarte en una mazmorra era lo más seguro para ti, era la única manera de salvarte la vida, hermano.
- ¿Salvarme la vida? Me has convertido en un prófugo.
- Nunca debiste haber escapado de tu celda.
- Ni siquiera tú te crees ni una sola de las palabras que asoman por tu boca. Tan solo juegas con ellas, te las repites una y otra y otra vez hasta que consigues que suenen bien en tu cabeza. Logras por todos los medios que toda esa sarta de gilipolleces suene bien. Es la única manera que tienes de estar satisfecho contigo mismo, de alcanzar tu propia aceptación. Ojalá nuestro padre viviera para ver en lo que te has convertido.
Elfond bajó la mirada. Su padre aún vivía pero no creyó adecuado hacerle partícipe de esa información. Christien estaba ya bastante alterado, ¿Quién sabe cómo iba a reaccionar?
- ¿Sabes cuales fueron las últimas palabras que me dijo? – Christien sonrió. Era una sonrisa larga, profunda, temeraria. La sonrisa de quien salta al vacío sumergido en la más oscura locura. – Sé mejor hombre que tu hermano. 

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