- ¿Por qué lloras? – susurró.
- ¡No lloro! – lo que pretendió ser un grito fueron apenas unas palabras musitadas.
- Entonces… ¿por qué “no lloras”?
- Porque sé que… aunque digas lo contrario, aunque procures no hacerlo, aunque te esfuerces… - su mirada compartía ternura y dureza a partes iguales – un día, acabarás olvidándome para siempre.
Y ese día, simplemente, desapareceré.
que bonita entrada
ResponderEliminarhooola a todo el mundooo!
ResponderEliminarjo, que guay, siempre es emocionante acoger nuevos... lectores xD
graciiiias! un lugar donde poner lo que escribo, lo que pienso... ;)
bienveniiidos! =)
Este texto me da un miedo tremendo, porque una vez más me siento identificada...
ResponderEliminarEs inebitable vivir con el corazón en un puño por miedo a que la persona que quieres y de la que te separan un buen puñado de quilómetros te olvide. :'(
:D
ResponderEliminaraunque... tb puede ser que esa persona no esté tan lejos... =(