25 de diciembre de 2011

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- Creo que no has entendido de que va esto, ¿verdad? – la voz del viejo capitán de la guardia y tío de Sir Evan de Waterfall seguía resonando en su cabeza mientras atravesaba el patio empedrado. – Tienes que irte de aquí ahora mismo.
- Pero Sir Evan aun no se ha curado…
La flecha de un cazador se había clavado en el muslo de su pierna derecha durante la jornada de caza de hacía ya tres días. Evan tuvo piedad, y en cuanto le extrajeron el asta de la saeta y recibió sus disculpas decidió indultarle. El desdichado cazador huyó de inmediato por miedo a que cambiara de opinión y lo ahorcara; y es que por mucho menos habían muerto hombres en la Capital. Pero aquello ni era Karamar, ni era la justicia del Rey.
- Sir Evan no se va a curar porque ya está muerto, Jared. Murió ayer cerca de la medianoche, pero nadie debe saberlo, es muy importante que siga vivo para el resto del mundo.
La cabeza osciló peligrosamente sobre sus hombros cuando alcanzó a entender las consecuencias de aquello. No podía ser posible. Le había tomado como escudero tan solo un par de meses atrás. Le iba a enseñar a luchar, pero lo más importante era que se había comprometido a pagar su salvoconducto.
- El salvoconducto…
- Está muerto, chico. Y los muertos tienen la mala costumbre de no pagar las deudas de su vida. Sea lo que sea lo que te prometiera, se ha ido con él.
Tendría que volver a vagabundear por las calles. Pasaría años hasta que lograra el dinero suficiente para poder cruzar el Arco. Estaba atrapado en un mundo que no era el suyo, el tiempo, más tarde que pronto, empezaría a comérsele tanto por dentro como por fuera. Tenía que hacer algo.
- Sir Evan me manda a por su caballo – espetó al mozo de cuadras que, en esos momentos, cepillaba con brío a Ergona, la imponente yegua de su difunto señor. Trató de otorgarle algo de entereza a su voz, pero le pareció que sonaba demasiado dubitativa todavía.
- Nadie quería demasiado a tu señor, ¿lo sabías? – el muchacho siguió con su trabajo como si no le hubiera oído. Atrás, adelante, atrás, adelante. El movimiento del cepillo no se alteró lo más mínimo. – Desterrado por la Reina, condenado al exilio. Pese a que cambiara de nombre todos sabíamos quién era en realidad. Tan solo le quedaba su tío y un puñado de guardias leales.
- El caballo, mozo. – Jared se llevó la mano al pomo del pequeño puñal que colgaba de su cinturón. – Sir Evan…
- Está muerto. Ya lo sé. Todos lo sabemos. Y también sabemos lo que ocurre cuando un señor muere, ¿tú no?
- El caba…
La sonrisa siniestra que le dedicó el joven cuando soltó el cepillo y agarró una enorme hoz que colgaba de la pared le dilató las pupilas con un escalofrío.
- Cuando un señor muere, Jared, corre la sangre.  

*En realidad publico por publicar. Escribo lo primero que se me viene a la cabeza… xD en la historia original puede que suceda así, o puede que sea totalmente distinto. Incluso puede que nunca pasen estas cosas… por eso debe valorarse como un retazo aislado. *

1 comentario:

  1. Primero, me parece genial la nota de ahí abajo, así me ahorro tener que preguntarte cuándo habrá novela, porque al menos estás pensando en ello de verdad. xD ^^
    Y segundo... ¡Jared, corre, maldita sea! >__< O no, leches, que pelee, que yo quiero leerlo. xDD
    Mola, agente M. =) Poco a poco yo intento montar una historia en mi cabeza, y si ya suele estar muy liada, con estas cosas ni te cuento. xDD Pero voy con calma. ^__^

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