7 de enero de 2015

¿Por qué siempre el camino más dificil?

Siempre te gustaba ir por el camino más difícil.
Podía recordarlo como si fuera ayer. Si competíamos por ver quién trepaba más rápido a los arboles siempre escogías aquel con las ramas más altas, aquel con la corteza más lisa. Aun recuerdo como padre me felicitaba por ganar pero permanecía contigo mientras te vendaban las manos, mientras intentaban sanar tus uñas destrozadas.
¿Y cuando salíamos de caza? Tus flechas nunca buscaban al cervatillo rezagado. La presa más veloz, la inalcanzable, la imposible, esa era a la que tu aspirabas. Y entonces más que nunca era a mí a quien padre más alababa, pues odiaba contemplar la posibilidad de quedarse sin cena.
Y sin embargo… a mí nunca me llenaban aquellas victorias. No me ayudaban a dormir por las noches, no me calentaban por dentro los elogios de los mayores más que unos instantes difusos. Dentro de mi cabeza era un perdedor, no dejaba de darle vueltas al asunto, ¿por qué siempre el camino más difícil?
- Eso puede hacerlo cualquiera.
Esa fue la única respuesta que me diste y no obstante…
- ¿Ha sido él verdad?
La escena era dantesca. La joven yacía en la pared opuesta a la entrada, claveteada a la pared por pies y manos. La habitación apestaba a muerte, a sangre coagulada. No era necesario comprobarlo, más Elfond se acercó a la víctima y alzó la manga de su brazo derecho. Allí estaba, su nombre, serigrafiado en la piel del antebrazo con algún objeto muy afilado. Las líneas rojas que recorrían esa piel tersa y blanca eran un arma arrojadiza contra su propio ser, eran su forma de castigarle, eran la manera que tenía de demostrarle que hasta su alma le pertenecía, tal era el control que ejercía sobre él.
- Ha sido él.

¿Por qué siempre el camino más difícil?

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