Le conocía bien, había
crecido junto a él. Fue de su mano y de la de su padre como dio sus primeros
pasos por el mundo. Sabía cómo pensaba su hermano, cuáles eran los principales
engranajes que giraban y daban forma a sus pensamientos. Era perfectamente
consciente de que jamás cejaría en su empeño de detenerle y aquello era algo
que le alegraba sobremanera pues le permitiría jugar con su alma, torturar sus
ilusiones, su esperanza, una y otra vez. Y finalmente, cuando su mente y su ser
estuvieran totalmente destruidos, le mataría.
- ¿Crees que no sé lo
que pretendes con esto? – Christien estrechó los ojos hasta que no fueron más
que dos finas rendijas color esmeralda. Con asco, rompió en mil pedazos el
sobre que le había entregado, lanzando al aire una lluvia de fragmentos irreconciliables.
– Intentar recordarme la persona que una vez fui no va a funcionar.
Lentamente, extrajo el
mandoble de su espalda y se preparó para luchar. Sopesando sus opciones, pensó
en lo tremendamente fácil que le sería cortarle la cabeza. Era más rápido, más
ágil y más fuerte que él. Siempre lo había sido. El exceso de firmeza y honor
que mantenía erguido el espíritu de su hermano limitaba sus posibilidades de
alcanzar cualquier tipo de victoria. Christien, por el contrario, nunca temía
hacer lo que hiciera falta para conseguir lo que ansiaba.
Con presteza, atacó.
Sujetando el arma con las dos manos, lanzó un ataque descendente que Elfond no
tuvo problemas en detener, más la acción se desarrollaba con rapidez. Derecha,
izquierda, derecha otra vez. Christien fintaba sin descanso buscando un
resquicio en la defensa de su hermano. Cuando las dos espadas se encontraron
por enésima vez, Christien halló el hueco. Girando con velocidad, la suela de
su bota se clavó con fuerza en la cadera derecha de Elfond, arrojándole al
suelo.
- Jamás conseguirás
derrotarme, hermano. – Despacio, casi con ternura, puso la punta de su espada
junto a su cuello. - ¿Y sabes por qué? Porque tan solo soy la representación
del mal que todos los hombres llevan dentro. Soy el lado oscuro de la
humanidad. Soy la desesperación, el abandono, las tinieblas. Soy el dolor y soy
la sangre. Y lo más importante de todo, Elfond: soy libre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
El reflejo de tu alma...