16 de mayo de 2015

Libre.

Le conocía bien, había crecido junto a él. Fue de su mano y de la de su padre como dio sus primeros pasos por el mundo. Sabía cómo pensaba su hermano, cuáles eran los principales engranajes que giraban y daban forma a sus pensamientos. Era perfectamente consciente de que jamás cejaría en su empeño de detenerle y aquello era algo que le alegraba sobremanera pues le permitiría jugar con su alma, torturar sus ilusiones, su esperanza, una y otra vez. Y finalmente, cuando su mente y su ser estuvieran totalmente destruidos, le mataría.
- ¿Crees que no sé lo que pretendes con esto? – Christien estrechó los ojos hasta que no fueron más que dos finas rendijas color esmeralda. Con asco, rompió en mil pedazos el sobre que le había entregado, lanzando al aire una lluvia de fragmentos irreconciliables. – Intentar recordarme la persona que una vez fui no va a funcionar.
Lentamente, extrajo el mandoble de su espalda y se preparó para luchar. Sopesando sus opciones, pensó en lo tremendamente fácil que le sería cortarle la cabeza. Era más rápido, más ágil y más fuerte que él. Siempre lo había sido. El exceso de firmeza y honor que mantenía erguido el espíritu de su hermano limitaba sus posibilidades de alcanzar cualquier tipo de victoria. Christien, por el contrario, nunca temía hacer lo que hiciera falta para conseguir lo que ansiaba.
Con presteza, atacó. Sujetando el arma con las dos manos, lanzó un ataque descendente que Elfond no tuvo problemas en detener, más la acción se desarrollaba con rapidez. Derecha, izquierda, derecha otra vez. Christien fintaba sin descanso buscando un resquicio en la defensa de su hermano. Cuando las dos espadas se encontraron por enésima vez, Christien halló el hueco. Girando con velocidad, la suela de su bota se clavó con fuerza en la cadera derecha de Elfond, arrojándole al suelo.
- Jamás conseguirás derrotarme, hermano. – Despacio, casi con ternura, puso la punta de su espada junto a su cuello. - ¿Y sabes por qué? Porque tan solo soy la representación del mal que todos los hombres llevan dentro. Soy el lado oscuro de la humanidad. Soy la desesperación, el abandono, las tinieblas. Soy el dolor y soy la sangre. Y lo más importante de todo, Elfond: soy libre.      

No hay comentarios:

Publicar un comentario

El reflejo de tu alma...